En esta aventura vampírica descubrirás un amor inolvidable, trágicos secretos que se abrirán conforme leas, la historia de Emily, una chica que no esperaba ser como es...
Embárcate en una sociedad inmortal, una sociedad donde sólo habita el mal, los vampiros, algún que otro licántropo y varios seres mortales que no esperaban ser comidos por ti...
Una experiencia única que sólo vivirás TÚ, una leyenda que abunda en este pueblo durante miles y miles de años.
Esta lectura atrapará al lector desde el primer capitulo hasta el último...

viernes, 11 de junio de 2010

Capítulo 3. Una trampilla sospechosa.

Desperté, era de día, el sol entraba por mi ventana, nunca había tenido tantas ganas de que no me diese el sol en la piel, estaba empezando a sospechar una cosa, pero no me atrevo a decirla todavía, es demasiado pronto.
Me levanté y andé hacia la cocina, no me apetecía desayunar, me arreglé un poco, me duché, me peiné y me fui en busca de algo, no sé de qué, pero me apetecía buscar ayuda.
De pronto caí en la cuenta de que hoy tendría una nueva carta, una preocupación más, mil ideas que se te ocurren al tener miedo...
Corrí, subí los escalones rápidamente, abrí la puerta y...
¡NO ESTABA!
Quizás llegase más tarde, por ahora me prepararía las cosas de mañana, la mochila, los libros, joder, mañana hay instituto y no me apetecía nada ir, pero no puedo levantar sospechas y haré como si no hubiese pasado nada. Me di cuenta de una cosa, la alfombra del salón principal, la más grande que había en la casa, tenía una esquina levantada y doblada hacia atrás, y yo, no la había puesto así.
Fui hacia ella, miré a mi alrededor, no había nada extraño, lo único era eso, una alfombra, una alfombra que no puede decir nada, quien sabe quien la habrá pisado las últimas 24 horas, quien habrá andado por encima suya sigilosamente...
La levanté un poco, no había nada, la seguí levantando más y más hasta dejarla por completo levantada. No sabéis lo que había allí, lo que mejor dicho, ha estado ahí durante años, las cosas que habrán salido o entrado por ahí...
Era una trampilla.
Tenía un candado oxidado, y, aparte, una cerradura antigua, muy antigua.
Ni quería imaginar las miles de personas que habrán estado ahí dentro, abriendo y cerrando estas dos cerraduras. No tenía la llave, no podía entrar ahí, se me ocurrió coger el martillo o hacha que había en la despensa, pero preferí buscar las llaves hasta encontrarlas.
Las busqué por todas partes, pero nada...
Tapé la trampilla que acababa de descubrir con la alfombra. Hacía falta de lavarla ya, estaba un poco sucia, demasiado diría yo, lo más seguro es que no la habrían lavado durante todo el tiempo que ha estado allí...

sábado, 29 de mayo de 2010

Capitulo 2. La sorpresa.

Me quedé pensativa, después de estar cinco minutos esperando a la llamada del timbre, decidí ir por la puerta de atrás, quizás estuviese abierta y pudiera entrar por ahí.
Tuve suerte, efectivamente, estaba abierta, chirriaba al abrirla, ya llevaba muchos años que no se le echa aceite a las bisagras. Una vez dentro, decidí ir a mi habitación y hecharme un rato, descansar un poco, pero al llegar arriba, en mi habitación, encima de la cama, había una carta...
Abrí y leí:
Hola Emily Schwartz, ya te habrás dado cuenta
de que te están pasando cosas extrañas y raras...
Ante todo no le digas nada a nadie, no alarmes,
ten paciencia y calma, como si no hubiese pasado
nada ¿Vale? Sabemos que tienes miedo de todo esto,
pero la vida (o lo que ya no es) es así. Sigue nuestras
indicaciones que te iremos dando en cartas que te
llegarán a diario...

Atentamente, Caroline y Louis Schwartz

Me quedé estupefacta, no reaccionaba, no me lo podía creer, incluso llegué a pellizcarme para saber si no estaba en un sueño. Releeí una y otra vez la carta, parecía contener ''mensajes ocultos'', aun no llegaba a entender que quisieron decir con ''(o lo que ya no es)'.
Mi cabeza le daba vueltas y vueltas pero no conseguí descifrar aquel enigma, si se le podía llamar así...
Revolví una por una cada habitación, miré y registré todas partes, algo debería de darme una pista de por qué mis padres no estaban aquí, corrí muebles, moví alfombras, miré cada centimetro de las paredes, NADA...
Intenté relajarme, pero no podía, no llegaba a reconocer que esto me estuviera pasando a mi, necesitaba aire, asi que, salí fuera...
Anduve por las calles durante horas, aún era de día, aunque ya estaba oscureciendo un poco, de pronto, caí en la cuenta de que mi mejor amiga debería saber todo lo que me estaba pasando, asi que empezé a andar en dirección a su casa, pero recapacité, en la carta decía que no debía de decir nada, y si de todas formas se lo cuento, me tomaría por loca... Di la vuelta...
No sabía adonde ir, ni qué hacer, tampoco es que me vaya a pasar la noche en la calle, pero estaba demasiado histérica como para estar encerrada en mi habitación, asi que me dije a si misma que dentro de media hora estaría en casa, el sol se ponía, empezaba a hacer frío...
Ya me dirigía hacia mi casa cuando pasó un gato negro por delante mía, no es que fuese supersticiosa, pero es que se me quedó mirando con sus pupilas alargadas amarillentas, me miraba como si supiera quien soy, pero todo esto es una tontería, hay que ver las ridiculezes que pienso cuando algo me va mal.
Por fin llegué a mi casa, como no, tuve que entrar por la puerta de atrás, no tenía las llaves de la principal, pero mañana me buscaría algunas. Entré y cerré la puerta con el pequeño cerrojo que había en el interior. Encendí las luces, me puse la tele y me dormí enseguida...
Quien sabe lo que pasaría mañana, aun me quedaba muchas sorpresas por descubrir, muchas cosas de las que aprender, mucho tiempo por estar así... Caí en un profundo sueño...

miércoles, 26 de mayo de 2010

Capítulo 1, El Despertar

Miré a mi alrededor, la cabeza me daba vueltas, no sentía nada de mi cuerpo, ni siquiera sé cómo podía estar pensando en ese instante, me dolía todo y distinguí una parte de mi cuerpo que me dolía aun más, no sabía el porqué ni el cómo. De repente otra cosa me llamó la atención, me fijé atentamente y pude ver una sombra blanca, conseguí quitarme el nublor de la visa y pude reconocer que era una enfermera, estaba en el hospital y días antes había perdido el conocimiento.
Pronto, empezé a recordar, antes de ingresar yo estaba en mi casa y, rápidamente, alguien se abalanzó hacia a mi, me empezó a escocer el cuello y justo en ese preciso instante perdñi el conocimiento.
Y ahora me encuentro aqui, la enfermera hace rato que se fue después de volver a pincharme en el brazo, estaba sola, o al menos, eso parecía.
Sentí unas ganas inmensas de comer carne y no sabía porqué, pero lo que mas me extraña es que no es carne normal, sino humana, comer y saborear todos y cada uno de los enfermeros con buena salud que hay aqui, beber aquella ácida y deliciosa sangre rojiza... Pero ¿en qué pienso? La pérdida de conocimiento me está afectando a las neuronas, siempre me ha dado asco cada vez que me salía sangre por la nariz o incluso de cuaquier arañazo, ¿y ahora estoy pensando en esto? Es una locura...
Me incorporé como pude sobre aquella cómoda cama de hospital, conseguí, al fin, levantarme.
Por suerte allí no había ningun compañero de habitación y si me marchaba así porque así no pasaría nada, no me montarían ningun escándalo, busqué una taquilla de las cuales siempre hay en todos los hospitales para guardar tus pertenencias y, al hallarla, me dirigí hacia ella, la abrí y cogí mis cosas. Me vestí como pude y rápidamenteporque en cualquier momento podría llegar alguien y la verdad es que me di cuenta de una cosa, me había recuperado (casi) del todo, hace minutos estaba tendida sobre la cama sin poder moverme y ahora estoy vistiéndome por si sola, terminé y salí de la habitación. Menos mal que durante el trayecto de aquel pasillo no me topé con ninguna enfermera que me conociese y pasé desapercibida ante las demás personas que andaban por allí. Monté en el amplio ascensor que me conduciría hasta la última planta, y ahí, saldría por la puerta grande de aquel numeroso centro de salud. Pensé en correr hacia la puerta al llegar abajo pero armaría jaleo y me miraría todo el mundo, así que hize como si fuera una visitante más. Por fin conseguí atravesar la salida de aquel infierno, sentía el aire puro sobre mis pulmones, el viento me acariciaba...
Pensé, vamos a ver, ahora me dirigiré a casa de mis padres, que ahora los pobres deberán estar muy preocupados, aunque es muy raro que no estuviesen conmigo en la habitación, quizás estuvieran de compras...
De todas formas no le di mucha importancia. Me dirigía a paso rápido hacia mi casa, tenía un sexto sentido que me hacia pensar que no estarían allí, pero aun así seguí adelante, mis pasos iban directos allí, no podía evitarlo...
Cruzé la última calle y doblé la esquina, efectivamente, no estaban, cuando el coche de mi padre no estaba en la puerta, lo más probable es que no estuviesen dentro, pero avanzé, subí dos escalones y llamé al timbre...